El MEC ha entrado en la campaña electoral presentando en su web, el “esperado” libro blanco del profesor Marina, escrito a petición del actual Ministro de Educación, aunque sabiendo ambos que no es ético y ni siquiera procedente sacar una propuesta de este tipo en medio de una campaña electoral, a no ser que se quiera incluir como parte de un programa electoral, por eso decimos que el MEC entra en campaña.
El profesor Marina ha conseguido situarse en la primera línea en el mundo educativo, con sus ideas y sus propuestas sobre la enseñanza, sus problemas y sus soluciones, lo que hace que muchos nos preguntáramos si era un iluminado o un charlatán, inclinándonos por esta segunda opinión cuando leímos que decía “tener la absoluta certeza de que el problema educativo español se puede arreglar en cinco años sin aumento del presupuesto (del que había antes de los recortes, claro). Está comprobado que a partir de un nivel, que yo sitúo en el 4 por ciento del PIB, el aumento del presupuesto en educación no mejora proporcionalmente los resultados”. Ahora, con su libro blanco, colabora con el gobierno y con el PP en su intento de responsabilizar al profesorado de los males del sistema educativo
No sabemos si este libro responde o no a las expectativas creadas por el PP en el sentido de sentar las bases para un debate sobre la educación en nuestro país, pues parece que se centra en dar respuesta a lo que llaman estatuto del profesorado, realizando propuestas sobre lo que debe incluir tal estatuto. Esto es lo que permite a Marina hacer gala en su análisis de un notable desconocimiento de la actual realidad educativa, obviando los problemas que los años de recortes y depauperación de lo público han traído a la escuela pública.
El libro blanco carece de un análisis serio y riguroso de partida acerca de la actual situación de la educación pública. Se pasa de puntillas sobre el incremento de tareas que realiza el profesorado, del número de alumnado al que atender, o del despido de cerca de 40.000 docentes en los últimos años. No hay mención al empeoramiento de las condiciones en las que recibe sus clases el alumnado, ni sobre las dificultades que atraviesan las familias. Tampoco se aborda la situación excepcional en Europa de un sistema educativo donde la enseñanza privada subvencionada a través de los conciertos educativos detrae cantidades ingentes de fondos que deberían ser destinados a la enseñanza pública, ni de cómo este tipo de enseñanza selecciona a su alumnado. El libro blanco prescinde de todo marco social y económico y parece darse en un país en el que no existen millones de niños y niñas por debajo del umbral de la pobreza.
Las propuestas de Marina muestran un desconocimiento profundo de la realidad en la que los docentes desarrollan su labor. No hay mención alguna a que los principales problemas a los que hoy se enfrentan los docentes tienen que ver con la falta de apoyos para realizar sus funciones, a la falta de tiempo material para desarrollar su trabajo debido al incremento del horario lectivo, a la falta de profesorado tutor y especialista en primaria y al incremento del número de alumnos por aula, a la tardanza en nombrar al profesorado sustituto, al incesante aumento de la burocracia escolar… Sí se hace referencia a la comparación con otros países para concluir que en realidad esas peores condiciones laborales no inciden en la vida de los docentes en nuestro país. Tampoco a su juicio ha tenido importancia alguna la reducción drástica del porcentaje del PIB destinado a educación, asunto que ni siquiera es mencionado de refilón en su libro. Pasar de un 5’1% a un 4’3% en 2013 no parece ser digno de mención en el análisis.
Las recetas aportadas por Marina en su libro blanco no se basan en estudios rigurosos de la realidad educativa sino en su interés por demostrar una serie de tesis preconcebidas (y publicadas la mayoría en su web y en la prensa). La solución a los problemas educativos para él no deben partir por mejorar la inversión educativa en el sector público. Para él, la falta de evaluación del profesorado es la base de todos los males. Y ello sin argumentación alguna. Sólo aporta para apoyar su argumentación comparativas con algunos países donde sí se han aplicado. Incluso llega a reivindicar lo sucedido en Chicago y Nueva York en el colmo de la desfachatez: recordemos que el sistema seguido en estas ciudades, que sacó a la calle a miles de docentes y de familias para protestar por lo indigno del mismo, consiste en lo siguiente: tras someter a evaluación a una determinada escuela y equipo educativo, si los resultados son desfavorables, la escuela ve reducidos su fondos y el profesorado sus salarios. Si vuelve a ocurrir lo mismo tras una segunda evaluación, la receta es la misma. Es decir, en vez de detectar problemas y ayudar a superarlos, se vuelve a castigar a esa comunidad educativa. Si tras la tercera evaluación los resultados siguen siendo malos, la escuela es cerrada o vendida y sus docentes despedidos. Esta es en el fondo la filosofía del señor Marina, la filosofía de su libro blanco.
Para conseguir esto hay que vencer resistencias: eliminar como interlocutores válidos a los sindicatos docentes –algunos como el STE-CLM ya dejamos claro el rechazo a sus intenciones, y la defensa de nuestra trayectoria sindical como organización que defiende la escuela pública y a su profesorado-; reforzar la figura de los directores para que estos puedan conformar los claustros a su antojo y proveer las vacantes según su voluntad; poder despedir al profesorado que se resistan a las “innovaciones”, ya que el carácter funcionarial de estos debe ser puesto en cuestión…
Frente a la demanda de derogación de la LOMCE expresada por la inmensa mayoría del profesorado que está ya experimentando lo que supone esta ley, Marina pretende ampliar los aspectos más negativos de la misma, como la creación de una carrera docente, dividiendo salarialmente al profesorado en función de la evaluación (que sería punitiva, claro), cuya culminación sería abandonar la enseñanza y convertirse en asesor del consejero de educación. La introducción de un sistema competitivo entre el profesorado ignora que lo que el profesorado reivindica es el apoyo y la potenciación del trabajo en equipo, la reducción de la carga horaria, la estabilización de las plantillas docentes, la cobertura inmediata de las bajas, la dotación de profesorado para apoyo al alumnado con necesidades educativas especiales y/o con problemas académicos, la formación del profesorado dentro del horario lectivo, la concreción de un currículum estable, abarcable y no repetitivo, un sistema de evaluación del alumnado que sea formativo y sencillo…
De llevarse a cabo la propuesta de carrera docente de Marina, la burocracia crecería de forma exponencial en el sistema educativo: las figuras dedicadas a implantar el sistema de evaluación, los supervisores de los supervisores y las consecuencias sobre la inmensa mayoría de los docentes, serían desastrosas para el conjunto del sistema educativo, pues podría llegarse a estar más atento a la superación de la propia evaluación por su incidencia en el salario, que al proceso de enseñanza/aprendizaje del alumnado.
El tan cacareado MIR para el profesorado se convierte en la ampliación en un año de sus estudios, sin haberse realizado una crítica del currículum que estudia el aspirante a docente, lo que supone un cambio de status del profesorado. Actualmente el profesorado en prácticas cobra un salario base igual al de sus colegas que las han superado. De aplicarse la propuesta, el salario de un Docente En Prácticas (DEP) podría ser equivalente al de sus colegas MIR, bastante menor que el que se cobra actualmente, lo que precarizaría mucho más el acceso a la labor docente, aunque supondría un buen ahorro para el sistema, gracias al Sr. Marina. Tras la primera selección, no hay garantías de que la superación del periodo de prácticas de acceso definitivo a la condición de funcionario, pues el sistema actual, el de oposiciones, no se pone en tela de juicio. Una doble selección que no existe en los países de nuestro entorno.
El gran olvidado del libro blanco: el profesorado interino. Más de la cuarta parte de los docentes del conjunto del estado tienen el empleo precario, son interinos. La única mención que el libro blanco hace es a su gran número. Pero ni una palabra sobre cómo estabilizarlos en el empleo, ya que si este crecimiento brutal del profesorado precario se ha producido se debe a los recortes y al interés en continuar con un ERE gigantesco que ha eliminado miles de puestos docentes estables a través de las jubilaciones sin que se hayan repuesto ni una mínima parte de los mismos. Parece que a este profesorado se le condena al olvido y al abandono del sistema público de educación, cuando su existencia supone, por la inestabilidad de las plantillas de los colegios e institutos, uno de los grandes déficit del sistema educativo español.
Estas son algunas de las reflexiones tras una primera lectura del llamado libro blanco. Se trata de propuestas realizadas sin tener cuenta al profesorado, ni a las circunstancias en las que desempeña su labor. Propuestas realizadas sin tomarse la molestia de analizar las que cada año realiza el Consejo Escolar del Estado en su informe anual.
Pretender abordar un debate educativo para supuestamente mejorar la enseñanza con estas propuestas, es desconocer el sistema educativo a su profesorado, a su alumnado y a los padres y madres… Es, pues, una iniciativa que nace muerta por su contenido y por su carácter electoral.
Tras las elecciones se trata de volver atrás en los recortes, derogar la LOMCE, recuperar la inversión en la educación pública, plantearse mejora de las condiciones en las que el alumnado recibe sus clases y en las que el profesorado las imparte, recuperar la participación democrática en la gestión escolar, sacar la religión de la escuela… En definitiva, garantizar una enseñanza pública y laica de calidad para todos y todas.
Adjuntamos el Libro blanco de la profesión docente y su entornos escolar y un resumen ejecutivo del mismo, ambos documentos publicados en la página web del MECD.